domingo, 25 de octubre de 2015

El libro de cantos de la abadía de San Benedicto del pueblo de Bura: Carmina Burana

Sátira y crítica de los clérigos de vida licenciosa

Entre los distintos códices si uno destaca, sobre todo por su nombre, gracias al compositor Carl Olff, el Camina Burana por la composición sinfónica homónima, y muy especialmente por el fragmento O Fortuna. Aunque este texto es mucho más que una buena banda sonora para anuncios espectaculares de TV o películas de ambientación medieval.

Este manuscrito es un conjunto canciones y cantos goliardos, que fueron escritos entre los siglo XII y XIII en diversas zonas de Europa central como Austria, Baviera y limítrofes en Francia y Chequia, que fueron unificados en un solo volumen a mediados del siglo XIII. Sumando un total de 300 rimas, la mayor parte escritas en latín y el resto en lengua locales.

El texto fue encontrado en 1803 en Benediktbeuerno, o abadía benedictina de Bura, por Johann Christoph von Aretin, y actualmente se encuentra en Múnich, en la Biblioteca Estatal de Baviera, pero no fue hasta el siglo XX cuando se dio a conocer de forma masiva, con la composición del mismo nombre realizada por Carl Orff, entre 1935 y 1936, para la que emplea como base algunos textos medievales.

Añadir que los cantos goliardos o de clérigos vagabundos, de vida licenciosa e irregular, que no estaban bien vistos por la jerarquía eclesial, y en este sentido la literatura y poesía que lleva este nombre, o hace referencia a los mismos, es de tipo satírico y crítico hacia la sociedad, el poder y la iglesia, ambientada en escenarios nada monacales como tabernas, compañía femenina, jugadores de lo más variopinto, etc. Lo que en el caso particular de España devino de la tuna.

El Códice Negro tiene en común con el Camina Burana que también fue escrito en una abadía benedictina, y por lo tanto podría haberse llamado “El libro de los hechos del conde Wilfredo de la abadía benedictina de Santa María del pueblo de Ripoll: El Códice Negro


sábado, 26 de septiembre de 2015

La batalla campal en la Edad Media

El equivalente medieval de los misiles balísticos intercontinentales, no era un “arma” táctica sino estratégica

El cine y la televisión ha recreado la batalla campal como un “clásico” medieval, donde las disputas y contiendas varias eran resueltas en una batalle épica donde soldados, caballeros y reyes luchan hombro con hombro para derrotar al enemigo, pero nada más lejos de la realidad.

En la Edad Media lo habitual eran las escaramuzas de frontera; las cabalgadas por territorio enemigo para destruir cosechas, pueblos, robar alimentos y riquezas, conseguir esclavos, hacer con prisioneros valiosos por los que pedir un rescate; las emboscadas sobre pequeñas unidades militares o personalidades que se desplazaban de un sitio a otros; los asedios sobre castillos o ciudades para conseguir tomar la plaza sin necesidad de hacer uso de una fuerza excesiva, etc. Lo habitual era huir de la batalla campal.

Este tipo de confrontación tenía lugar en contadas ocasiones, se empleaba para frenar invasiones, para poder fin una guerra larga que lleva a un continuo de escaramuzas que sembraba una devastación prácticamente sin fin, y situación similares. Entonces se recurría a la batalla campal, que era el equivalente a los misiles nucleares balísticos intercontinentales, no se trataba de un “arma” táctica sino estratégica.

Batallas de aniquilación en las que podían sucumbir reinos e imperios

Cuando un gobernante se planteaba una batalla campal estaba poniendo sobre el tablero no una victoria o una derrota más o menos honrosa, o más o menos humillante, estaba jugándose el futuro de su reino, condado, ducado, o la denominación que tuviera el territorio que controlaba. Pues entorno a un campo abierto se iban a reunir todas sus tropas: infantería, caballería ligera, caballería pesada, artillería (de existir), órdenes militares, nobles vasallos, clero militarizado, arqueros, etc. Enfrente tendrían un enemigo en las mismas condiciones. Y una vez indicia la lucha sólo podría quedar uno, como en Los Inmortales, un solo ejercito, siendo el riego tal que ni el propio gobernante tenía garantía de salir vivo.

Eran batallas de aniquilación en las que los muertos, sin distinción de rango, se contaban con decenas de miles o incluso cientos de miles, en las que reinos e imperios podían cambiar de manos, y por lo tanto se empleaban, no tan alegremente como en el cine, sino cuando eran el último recurso.

Algunos ejemplos de este tipo de confrontación serían “La batalla de Gaugamela”, que no es propiamente una batalla medieval ya que cronológicamente se incluye en el Mundo Antiguo, pero sí fue una batalla campal en sentido estricto y en la que se ve como dos grandes ejércitos se dirigen hacia la destrucción total de uno de ellos, y también como a la finalización de la misma un imperio, el Persa, cambia de manos; o “Las Navas de Tolosa”, en esta ocasión otra batalla en la que se enfrentan prácticamente todos los efectivos de los dos bandos combatientes, uno de ellos, el cristiano, en clara desventaja con respecto al otro, pero que tras una gran carnicería, el vencedor consigue que se desmorone la estructura militar, política y territorial del enemigo.


viernes, 24 de julio de 2015

Diccionario Sopena Robertson Inglés-Español / Español-Inglés de 1974

41 años esperando a que alguien abriera sus páginas

Hoy, tras un tiempo buscando, he recibo por correo un ejemplar del diccionario Sopena Robertson Inglés-Español / Español-Inglés, en una edición de 1974. Siempre me han gustado los diccionarios Sopena, pues son muy completos, suelen llegar la conjugación completa de los verbos, cuadros con datos de intereses en los dos idiomas, ilustraciones diversas, etc. En cuanto a la transcripción de la pronunciación, en lugar de usar “símbolos raros” para representar los sonidos, emplean los caracteres normales para exponer su pronunciación, lo que también está muy bien.

Vale la pena tener un Sopena

Vale la pena tener un Sopena, decía su divisa escrita en la gran “S” que en un cuatro rojo y azul va en la parte trasera de todos su sobre cubiertas, y ciertamente es una pena, ya que esta editorial, Ramón Sopena, S.A., quebró en 2004 y con ella desaparecieron una cuasi inmensidad obras únicas, sobre todos diccionarios y enciclopedias diversas, que ahora pasa quienes nos sigue gustando esta editorial hay que buscar en libraría de viejo, liquidaciones de lotes, ventas de segunda mano, y cosas así. Aunque, curiosamente, una división de la empresa no desapareció al quebrar la matriz de Barcelona, y ahora contenía trabajando desde Caracas – Venezuela, con el nombre de Ediciones Sopena, S.A. y la divisa “Sinónimo de Diccionario”, en que ya solo se dedica ese tipo de libro, ya que no produce el resto del catálogo.

Los motivos del cierre de Editorial Ramón Sopena, S.A., obviamente, los desconozco pero es de suponer que sería un cúmulo de circunstancias, como no haberse sabido adaptar a tiempo a la era digital de la divulgación, el que sus obras solían ser en blanco y negro y en los últimos tiempos la clientela quería ilustraciones en color en todas las páginas, la presión de las editoriales nacionales y extranjeras en su mismo sector, y por supuesto la facilidad para encontrar información de la que suele contener un diccionario, que ofrece Google, Wikipedia y demás páginas web de este tipo. Aunque donde se ponga un buen libro, con una encuadernación cosida en tapa dura, con páginas llevas de grabados y tablas con datos, y saltadas por su interior algunas láminas a todo color que nada tienen que envidiar en calidad gráfica a los libros que se venden en muchos museos de alta alcurnia como merchandising cultural… poco tiene que envidiar.

Diccionario Sopena Robertson Inglés-Español / Español-Inglés

Como decía, hoy he recibo un ejemplar que encargue de este diccionario, que se encontraba en una lejana librería a casi 1.000 kilómetros de mi domicilio. Mi sorpresa ha sido mayúscula al desenvolver el paquete, y no por el año de edición precisamente, sino porque no era un libro usado. Nuevo, ¡¡¡estaba con su precinto original!!!. 41 años esperando a que alguien le quitara el plástico transparente y abriera sus páginas por primera vez. Increíble.

Por supuesto en perfecto estado, aunque como el tiempo no pasa el balde ni para quien está conservado en el interior de un plástico precintado, tiene un poquito de pátina, de lustre, en el filo interior de una de las tapas. Calidad añeja, como el buen ron.