martes, 28 de febrero de 2012

La Boca del Mundo. El panteón donde reposan los reyes de Aragón

El monasterio de San Juan de la Peña situado en Santa Cruz de la Serós, en la provincia de Huesca y próximo Jaca, fue durante cinco siglos el lugar de enterramiento de los reyes de Aragón, desde que Sancho Ramírez lo eligió como lugar para su eterno descanso, en el siglo XI.

La denominación del Boca del Mundo la recibe en un pasaje de Miguel de Unamuno, en referencia a la hendidura en la roca en la que se encuentra incrustado del cenobio primitivo. Un corte cuasi descomunal en una montaña de roca pelada, que parece estar aguantado para evitar su derrumbe por los muros traseros frente a los que está el claustro, avanzando en lo alto el peñasco sobre los techos de la construcción. Tanto es así, este estar metido en la roca, que parte de sus estancias son curva excavada en ella, y otra parte está en riesgo permanente de desprendimiento, como es la zona de patio donde se encuentran, a modo de nichos, las lapidas con las inscripciones de los monarcas que allí reposan.

El monasterio de San Juan de la Peña, inicialmente ermita de San Juan Bautista, y regentado por monjes benedictinos, aparece en El Códice de Negro por ser el lugar donde se custodiaba el Cáliz de la Última Cena, el Santo Grial, que, conforme avanzaba la reconquista, pasó a Zaragoza y finalmente hasta donde hoy se dice conservado, la catedral de Valencia.

Wifredo tiene conocimiento de su existencia cuando un sarraceno, temeroso de perder la vida a manos de aquel tras una batalla, decide revelarle el secreto. El conde de Berga, que era sabedor del valor de la reliquia, desconocía la ubicación de La Boca del Mundo, lugar indicado por el infiel.

De vuelta al castillo, el conde se reúne con Leodovico y le comenta la existencia del Grial en un lugar con esa denominación tan curiosa, para ver si el juglar, que es hombre de mundo, supiera donde se encuentra. Éste lo sabe y se lo dice, pero la advierte que debe olvidar esa empresa, pues San Juan de la Peña y su reliquia se encuentran protegidos por los piadosos y al tiempo temidos Caballeros de Loarre. Famosos por no hacer prisioneros entre quienes se acercan a San Juan con otras intenciones que no sean las de un peregrino.

Tras la explicación de Leodovico sobre los métodos de batalla de los de Loarre, y dejarle de bien de manifiesto que nunca han perdido combate alguno, Wilfredo desiste de la idea de hacerse con el Cáliz.

Información de la imagen:
Tomada en San Juan de la Peña el 19 de agosto de 2007, desde la capilla principal del monasterio, hacia el patio de su característico y conocido claustro, que puede apreciarse al fondo de la imagen, a través de la puerta.
Cámara Canon EOS a 28mm – 1/30seg – f 3.5 – ISO 200 – 0.0ev
Procesada con PaintShop Pro X4 (14)



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