jueves, 19 de enero de 2012

Angélica. La hierba del Espíritu Santo

La angélica archangelica fue cultivada durante la Edad Media en todos los monasterios y conventos de Europa, pues se la consideraba como el único remedio efectivo para curar la peste, además de protectora contra los malos espíritus y la brujería.

Dadas estas cualidades, prácticamente milagrosas, pasó a emplearse habitualmente para todo tipo de males y dolencias, como problemas digestivos, ansiedad, cicatrizante, analgésico, para tener un buen embarazo, las jaquecas, el asma, el insomnio, el reuma, etc. Era “La Hierba del Espíritu Santo”, entregada por San Gabriel a un monje benedictino, y en consecuencia lo podía curar todo, lo curaba todo.

De la Angélica se empleaban principalmente las hojas y las semillas, aunque para algunos usos también la raíz, en forma de infusiones, tónicos, hervidas, en aceite o en forma de pomadas o ungüentos, según la afección a tratar.

En El Códice Negro esta hierba aparece como remedio de los males que padece doña Agnès cuando, en confesión, al exponer una serie de temores a fray Segundo, quien encomienda a Leodovico llevar un mensaje a Santa María de Ripoll para ser entregado a Oliba, sobrino de aquella, en el que se indica la supuesta dolencia y se solicita un remedio, que como no, iba a estar desarrollado a base de Angélica archangelica.



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